
Roger Bacon o Rogerio Bacon (según algunas biografías), nació en el condado de Somerset (Gran Bretaña) en 1214. Fue una figura importante en la alquimia. Comenzó sus estudios en la Universidad de Oxford y los terminó en París, coincidiendo con la época en que Alberto Magno enseñaba públicamente en la plaza Maubert. Bacon fue filósofo, protocientífico y teólogo. Personaje clave de las ciencias ocultas, que fue escolástico inglés, de la orden franciscana. También se le conoce con el sobrenombre de: Doctor Mirabilis.
A su regreso a Inglaterra, cuando tenía 26 años tomó los hábitos de San Francisco, y se dedicó al estudio de la alquimia y de las Ciencias Ocultas o Esotéricas.
Dejando a un lado sus invenciones y trabajos sobre óptica, y otras de naturaleza física, química y astronómica, lo cierto es que, tal y como apunta Albert Poisson en sus Cinco tratados de Alquimia, debido a sus conocimientos de alquimia y ocultismo «sus superiores ignorantes y asustados por su ciencia, comenzaron a perseguirlo. Clemente IV, que lo admiraba, quería protegerlo, pero no pudo. Bacon se ocultó de sus superiores».
Rogerio Bacon falleció en Oxford a la edad de ochenta años, y en su lecho de muerte dijo:
«Me arrepiento de haberme tomado tantas molestias por la Ciencia».

El libro «Espejo de la Alquimia» y el oro
En la obra Espejo de la Alquimia, primer libro de Europa sobre la transmutación de los metales, Bacon afirmó que la naturaleza es, en sustancia, la que tiende a producir constantemente oro, pero se ve con frecuencia impedida por diversos accidentes que la obligan a producir solamente metales mezclados con impurezas. También dice que la naturaleza del oro es de cuerpo perfecto, compuesto por mercurio puro, fijo, rojizo e incombustible. «El oro es perfecto.» Entre algunos conceptos interesantes está la baba de dragón en la alquimia.
Opus tertium
En el manuscrito Opus tertium, cuya autenticidad no ofrece duda, y según Jacques Sadoul: «diserta detenidamente sobre la alquimia especulativa que según él, concierne a las propiedades naturales de los cuerpos químicos, y es comparable, por tanto, a nuestra química actual. Así como sobre la alquimia operativa que enseña al hombre: «Cómo hacer metales nobles, colores y otras multiples cosas de la mejor calidad y en mayor cantidad tanto a través del arte como a través de la Naturaleza.
Esta ciencia es más importante que las que la han precedido, pues permite adquirir ventajas superiores. No sólo proporciona plata y una cantidad de otras cosas útiles para el Estado, sino que también enseña a prolongar la vida humana tanto como lo permitan las leyes naturales«».
Roger Bacon y sus predicciones
A Bacon se le atribuyen diversas predicciones, como la que reseña el siguiente texto: Primero te hablaré de las maravillosas obras del arte y la naturaleza. Después, descubriré sus causas y sus formas. No hay magia alguna en todo esto, porque la magia es inferior a estas cosas e impropia de ellas. A saber: Se pueden construir máquinas de navegar, barcos enormes para ríos y mares, capaces de navegar sin remos; con ellas puede un hombre solo maniobrar más fácilmente que una tripulación completa. Luego tenemos también los carruajes que pueden moverse sin necesidad de caballos. A una velocidad colosal; y podemos creer que tales eran los antiguos carros de batalla con hoces.
Se pueden hacer, además, máquinas voladoras. Un hombre sentado en el centro puede controlar algo que hace batir las alas artificiales de la máquina como las de los pájaros. Se puede hacer un ingenio de pequeño tamaño para bajar cargas pesadas. Es utilísimo para casos especiales. Pues mediante un aparato de tres dedos de alto y tres de ancho, y aún de tamaño menor, podría liberarse un hombre y sus amigos de todos los peligros de la prisión, y descender y subir. Se podría construir una máquina para viajes submarinos a través de mares y ríos. Alejandro Magno ha utilizado este tipo de artefacto, como sabemos por Ethicus el Astrónomo. Tales cosas a tiempo que fueran construidas, y aún pueden hacerse en nuestros días, a excepción, quizás, de la máquina voladora.

En cuanto a la astrología, Roger Bacon consideraba, como Maimonides, que las Sagradas Escrituras eran fuente básica de la ciencia astrológica, lo que le llevaba a estudiar los astros y sus influencias como una ocupación legítima y nada que pudiera ser tachado de herejía.